La casa inteligente es el futuro que nunca fue. Hemos construido sistemas que les permiten a las personas controlar su máquina de café, mientras que lo que realmente querían era controlar sus vidas. No es de extrañar que haya pasado esto.

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En Crónicas Marcianas, Ray Bradbury imagina casas inteligentes que preparan desayunos, enceran pisos y tienden camas. En “Vendrán lluvias suaves”, uno de sus mejores cuentos, una casa vacía que sigue funcionando después de la bomba, una casa inteligente que no puede detener su propia muerte, que está sola hace tanto tiempo. Pero lo tecnológico perturba a la naturaleza, y ésta termina ganando: el fuego que quema la casa inteligente es más inteligente y la casa muere hecha escombros.

Para que los hogares inteligentes puedan convertirse en un fenómeno de mercado de masas, tendrán que adaptarse a la perfección a nuestra vida cotidiana. Pero mientras que el comportamiento humano es predecible a grandes rasgos, es completamente azaroso en los detalles. Así que ¿cómo creamos un sistema que cobra sentido a partir de todo esto?

A primera vista, los últimos veinte martes de tu vida fueron idénticos. Te levantaste por la mañana, preparaste el desayuno, comenzaste a trabajar, llegaste a casa, cenaste, viste la televisión y te fuiste a la cama alrededor de la medianoche. Totalmente predecible.

Sin embargo, una vez que comenzamos a profundizar en los detalles, aparece la aleatoriedad. Esta mañana tenías un café y una tortilla pero la semana pasada tomaste un pedazo de pizza al salir. Algunos martes llegas a casa temprano, otros tarde. La cena se come en la cocina, así como en frente de la televisión, en tu escritorio o en la cama. De vez en cuando vas a correr, otros días te sientas en la cama con una comida que pediste por delivery. No hay un patrón claro.

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Este es el principal desafío para el hogar inteligente. Para que una casa inteligente sea útil, ésta debe adaptarse y ofrecer un valor sin necesidad de programación ni de un largo período de reconocimiento de usuario. Tiene que mejorar su vida desde el momento en que tú te instalas y no puede fallar. Además, la construcción de una casa no es sólo para el momento del presente. Se trata de imaginar un futuro para uno y su familia, y una casa que va a durar y crecer con uno.

Quien decida crearla tendrá que identificar los momentos clave de la conducta humana que permitan que el sistema pueda predecir de forma fiable las necesidades. Para la mayoría de la gente, haber dejado a la medianoche de un fin de semana el gabinete de licor abierto sumado a una lluvia por la mañana equivale a quedarse durmiendo hasta tarde. Es un ejemplo banal, pero mediante el análisis de grandes conjuntos de datos de patrones de comportamiento humano es posible trabajar en la creación de modelos de relación de señales que se corresponden con comportamientos en circunstancias menos obvias que una noche de borrachera.

Esto nos deja con una situación de la gallina y el huevo. Para recopilar los datos necesarios para crear estos modelos necesitamos que nuestras soluciones sean parte de los hogares y las vidas de muchos usuarios, algo que sólo puede ser capaz de hacer una vez que hemos creado los modelos.