Los premios Óscar y otros eventos internacionales que son transmitidos por televisión suelen tener unos segundos de retraso entre lo que ocurre en el acto y lo que aparece en la pantalla y este asunto ha sido polémico desde desde hace mucho.

Y es que hay quien dice que se trata de un acto de censura con el que es muy sencillo hacer un corte a la transmisión en caso de que en la emisión ocurra algo inesperado que a los organizadores del evento, patrocinadores y hasta el Estado no les guste que salga a cuadro.

La polémica se surgió de hace muchos años, pero se avivó en 2004, cuando la cantante estadounidense Janet Jackson tuvo un accidente con el vestuario durante su actuación en el Súper Tazón, lo que propició que mostrara “de más”.

Para ese año, diferentes televisoras decidieron diferir por cinco segundos las transmisiones en vivo de otros eventos, como la entrega de los premios Óscar, lo cual causó la indignación del entonces presidente de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas (AMPAS, por su siglas en inglés), Frank Pierson.

Pero se dice que esta condición puede convenir a intereses mayores. En algunas entregas de premios los ganadores suelen emitir discursos de diversas temáticas sociales o políticas que pueden no gustar a los organizadores y con cinco segundos de tiempo es posible decidir si lo que se ve a cuadro a través de los monitores puede o no transmitirse al público general.

Pero más allá de que resulte o no un acto de censura, lo cierto es que esta posibilidad en las transmisiones televisivas propicia que la producción de un programa pueda hacerse sin miedo a contratiempos o errores graves de secuencia.

Hay quien piensa que ello también provoca que se pierda frescura y espontaneidad en las emisiones, pero el poder cortar una transmisión facilita la posibilidad de mejorar las producciones y cerrarle la posibilidad a los errores.

¿Y tú qué piensas, estamos hablando de censura o de profesionalizar las producciones creativas en televisión?