La idea estúpida del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, de erogar millones de dólares en la construcción de un muro para dividir la frontera con México parece colocar a este tipo de contrucciones como elementos nocivos de la arquitectura. Y lo son cuando dividen a las comunidades e imposibilitan el libre tránsito -derecho dundamental- de las personas.

Pero también los muros representan un elemento de seguridad interna real, evitan la erosión de los terrenos de diversas índoles y son capaces de transformar -para bien- el estado de algunos espacios habitables, sobre todo cuando poseen elementos visuales destacados o cuando ofrecen un beneficio, como es el caso de los muros verdes.

En la actualidad, los jardines y espacios de vegetación se amplían, se trasladan a las azoteas y se cuelgan también de los muros en beneficio de un medio ambiente más respirable y una regulación de la temperatura que bien hace falta en estos tiempos en los que nuestra Tierra se está sobrecalentando.

El siguiente video muestra el procedimiento ideal para desarrollar este tipo de espacios que tanto la arquitectura como el diseño urbano y de interiores están integrando a sus proyectos con una frecuencia cada vez mayor.

Se trata de un ejemplo genial que demuestra que no todos lo muros son de odio ni para generar la división de las personas. Si después de todo se llega a levantar el muro discriminatorio cuya construcción es iniciativa del hijo y esposo de inmigrantes, Trump, sería una buena idea colocar espacios de vegetación para una zona desértica como la forntera de México con EE.UU.