Con su cinta The Shape of water -La forma del agua-, Guillemo del Toro se alzó con los dos más importantes premios Oscar de la entrega número noventa: mejor  director y mejor película. Este hecho  coloca por tercera ocasión a un realizador connacional ante la mirada del circuito cinematográfico más importante del mundo, junto con Alfonso Cuarón y Alejandro González Iñárritu.

Pero este reconocimiento, lejos de tratarse de un orgullo para las capacidades de los mexicanos en cualquier terreno creativo, debe entenderse como un triunfo personal, sobre todo si se toma en cuenta que la industria del cine en México nunca ha podido despegar ni superar los niveles de calidad y volumen de producción que alcanzó en las décadas de 1950, 1950 y 1960, con la etapa conocida como “Época de oro”.

Aún así, sí existe testimonio del paso de Del Toro, González Iñárritu y Cuarón por la cinematografía mexicana. Si bien los tres cineastas han optado por triunfar en la La Meca cinematográfica que representa de Hollywood, es posible mencionar importantes producciones hechas en México por estos directores.

Las películas, por cierto, lograron acaparar algunos premios internacionales en su momento y perfilar desde entonces a estos tres cineastas hacia su proyección global, veamos ejemplos.

Cronos, Guillermo del Toro, (1993)
La temática oscura y de fantasía que Guillermo del Toro ha seguido a lo largo de su carrera ya se aprecia en esta cinta de la década de los noventas. En esta historia se hace referencia a la cultura de los vampiros y muestra situaciones que van del terror al misterio. En México se hizo acreedora de varios premios Ariel.

Amores Perros, de Alejandro González Iñárritu (2000)
La ópera prima de González Iñárritu llamó la atención de la crítica en Cannes y fue ganadora del premio británico BAFTA como mejor cinta de habla no inglesa. Fusiona tres historias que convergen en ciertos puntos y se relacionan con caninos. Su crudeza y temática no pasaron desapercibidos para el mundo.

Sólo con tu pareja, de Alfonso Cuarón, (1991)
Una inusual comedia romántica de 1991 que, junto con otras películas de la época, logró marcar lo que en su momento se definió como Nuevo cine mexicano. La cinta, fotografiada por Emmanuel Lubezki -a la postre también ganador en los premios Oscar- triunfó en los nacionales premios Ariel del año siguiente.