Cuando recibí la invitación para asistir al Foro Internacional de Diseño mi respuesta fue un sí inmediato, justo cuando vi a Stefan Sagmeister como primer orador de la jornada de dos días. Es uno de esos diseñadores que no sabes si está haciendo arte o diseño y que por momentos pareciera que ni él lo sabe.

A diferencia de muchos conferencistas, no basa sus pláticas con base en su portafolio, parece que se inclina más por crear cosas en torno al tema de sus pláticas. En esta ocasión, casi no habló de diseño gráfico, se enfocó más bien a hablar sobre la belleza, sobre la forma en que muchos nos hemos dejado de creer en ella debido a su subjetividad, pero cuya presencia puede hacer la diferencia entre un lugar limpio y otro lleno de basura, entre cuidar algo o ignorarlo.

Diseñar para que la gente sea más feliz en donde vive toma un sentido diferente a lo que estoy acostumbrado a escuchar en los eventos de diseño. Prácticamente todas pláticas subsecuentes son de arquitectos, me siento en el foro equivocado, pero celebro enormemente entender cómo se diseña desde una perspectiva de la arquitectura, bajo qué parámetros se mueve y crea. Si la luz entra de esta forma y la gente circula de esta otra a final de cuentas no está tan distante con aquello a lo que me dedico (aparte de escribir).

Más cercano aún a viajar por todos los lugares del mundo donde se encuentran los proyectos que describen, se deja ver la pasión e intención de trascender, del cambio. Supongo que es el motivo por el cual desfilaron por el Palacio de Bellas Artes —sede del evento—, porque el pensamiento estratégico se enfoca no tanto en experimentación, sino en la ejecución exitosa de cada uno de los proyectos.

Menos de una cuarta parte de las conferencias se enfocaron en los alrededores de la arquitectura. Bajo el tema de mejorar el diseño de la ciudad el área gráfica pasa a un plano menos prominente. El punto de convergencia es la creatividad, hablar de soluciones hace que un arquitecto se aleje de la idea esencial de construir muros y bardas y navegue por otras disciplinas sin que sea totalmente ajeno a ellas. Lo mismo sucede al revés: personales como Daan Roosengaarde que quiere limpiar la contaminación de las ciudades o traer de vuelta toda la basura cósmica que orbita alrededor de la tierra o de Charles Montgomery que se empecina en cambiarnos el paradigma de cómo una ciudad feliz no necesariamente es una ciudad ordenada por sectores.

Yo no soy arquitecto, ni urbanista, pero ser diseñador me da la capacidad de experimentar las formas en que la gente se interrelaciona en una gran urbe, este sentido creativo que rompe barreras que hoy vemos como muros y nos impiden enfocarnos en planes a largo plazo para hacer lo que es nuestro: cambiar la vida de las personas para bien.

Hay quienes se quejan de este sentido conquistador a venir a enseñarnos cosas que quizá ya estamos haciendo aquí, o que sabemos que deben suceder en nuestras ciudades, pero estamos distraídos en sobrevivir la violencia y encontrar supervivencia en nuestro día a día. Concuerdo que un par de mexicanos de los muchos que también están haciendo cosas muy interesantes pudieron aterrizar perfectamente en este foro, para inspirarnos y empatarnos con el resto del mundo, pero también creo que la calidad global no debe servir para tenerlos como referencias en la forma en que pensamos y planteamos cada uno de nuestros proyectos.

Y es que existe un momento en el que, si se es creativo, la base de nuestra formación es rebasada y comienza a invadir otras en las que podríamos sentirnos ajenos o los recién llegados. Grandes firmas que comenzaron como de diseño gráfico, terminan creando conceptos completos. De ahí la intención de que un branding difícilmente se queda en un logo y se enfoca más en personalidad o la experiencia que traerá sobre un usuario.

Es entonces cuando debemos pensar en que podemos ser diseñadores / arquitectos / urbanistas / interioristas / mercadólogos / taqueros, cuando nuestras posibilidades se vuelven infinitas. Es entonces cuando todo cobra sentido y dejamos de ser monoprofesionistas para ser creativos, en toda la extensión de la palabra, de mirar en todos los sentidos y aprender que se puede trabajar en cualquier dirección.