Imaginémonos el mundo perfecto o de pesadillas en el que no existiera el diseño. Por lo tanto no habría comunicación estética. Tampoco persuasión, ni información, ni recordatorios para consumir. Es decir, lo que tú quieres comprar que sea por tu gusto del producto que las características técnicas sea el diseño persuasivo.

En pocas palabras pongámonos en una plataforma de pre revolución industrial. Un platillo con papas y un asado tendrías que ir con el carnicero, quien tiene su granja o rancho, quien tiene su ganado, quien tiene como alimentarlo. Por lo tanto va a tener las papas recién cortadas del tubérculo de las profundidades de las tierras.

Así es. No hay marcas, no hay empaques, no hay luces de neón, no hay edecanes, ni tampoco carritos gastando gasolina con publicidad luminosa. La atención es personalizada. Obviamente no hay redes sociales digitales ni el nuevo Dios (Google).

Un mundo de publicidad inteligente, la cual su única estrategia es el producto de enorme y deliciosa calidad. Sin tener que confundir al consumidor con demasiado ruido. Los voceros de periódico tampoco existen. Parece una pesadilla o sueño que nunca me ha interrumpido en la madrugada; sin embargo lo planteo.
¿Cómo seríamos como sociedad? ¿Cómo seríamos como consumidores? ¿Cómo seríamos como proveedores?

El consumidor tiene la iniciativa acechada por sus necesidades básicas, sin querer quedar bien con las necesidades sociales. La alta definición de sus objetivos en su vida personal y laboral. Todo esto pudiera compartir sus ideales con su comunidad, por lo tanto con su sociedad, por lo tanto por su nación.

¿Disminuiría o aumentaría el poder de convencimiento? Los embajadores de marca representamos una cierta lealtad por ese producto sin que la empresa nos pague. En este caso, seríamos embajadores de producto sin proceso masivo ni publicidad en masa.

En verdad cuesta trabajo imaginarme esto; sin embargo estoy de acuerdo en que el diseño interpreta una comunicación estética, cabe resaltar que la palabra estética depende de si es bello o no según nuestros humildes cerebros y sentimientos. Sea un diseño integral o publicitario.

En ocasiones hacemos eso precisamente, un diseño o una “innovación” como si no existiera la competencia o inteligencia del consumidor. Se puede lograr al elaborar un producto en masa eliminando por completo el gusto y valor del cliente. No es permitible que el consumidor diga: “no es lo que quiero, pero ni modo…me lo llevo”.

El valor añadido e inteligente es un factor en el que en este 2016 pareciera que se encuentra 6 pies por debajo de la tierra con un gravado D.E.P. Si un servicio es bueno conjunto de su producto se habla de una publicidad anti persuasiva. Ya que se confía en lo tangible en lugar del ruido distractor.

En pocas palabras: ¿Consumimos por el diseño integral o por la calidad del producto?

Karl Reich
Fui concebido en 1981, nacido a principios de 1982. Soy de una generación que al nacer no existía el internet, pero si Siempre en Domingo. No era bizarro pedir ‘aventón’ y eso que soy de Chihuahua. Me apasiona el arte de aprender y desaprender paradigmas y romperlas. Busco inspiración en lo sensible de la naturaleza y lo sorprendente de lograr lo imposible en posible. Soy fan de la flexibilidad de la adaptación en mi vocación y persona. Adoro el buscar un espacio y en cualquier oportunidad colocar sobre la espalda una mochila e irme para buscar esa inspiración.