¿Conoces a alguien que haya diseñado un sistema de señalización y después de más de cuarenta años continúe vigente?
¿Conoces a alguien que haya realizado un diseño para Juegos Olímpicos, que haya marcado una línea en los siguientes veinte años?
¿Conoces a alguien cuyo diseño sea referente y parte de la cultura de un país?
¿Conoces a algún diseñador a quien puedas ponerle palomita a estas tres preguntas? La respuesta es Lance Wyman.

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Todo comenzó en la década de los sesenta, cuando el modernismo se perfilaba como una de las corrientes artísticas más influyentes, donde predominaban personajes como Warhol o The Beatles. Pedro Ramírez Vázquez estaba contratando a un joven diseñador norteamericano. Lo trajo a México, lo hizo viajar por toda la república para elaborar la identidad de los Juegos Olímpicos que se realizarían en la Ciudad de México en 1968.

Pero no solamente era el logotipo, también había que evolucionar la idea de realizar iconografías para cada una de las disciplinas. Japón, cuatro años antes, había realizado el primer acercamiento proponiendo ilustraciones de personas realizando el deporte que representaban. Tampoco era realizar los iconos para las competencias, era complementarlo con la llamada Olimpiada Cultural, que incluía una gran cantidad de disciplinas artísticas que se realizarían durante ese año.

Lance Wyman, junto con un equipo de diseño conformado por las primeras generaciones de diseño gráfico de la Universidad Iberoamericana, diseñó la identidad no solo de los primeros Juegos Olímpicos con todo un sistema gráfico, sino uno de los mejores diseños hechos para esta justa deportiva.

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Este estilo gráfico, conformado por líneas paralelas, trascendió en los siguientes veinte años: los Juegos Olímpicos de Montreal 76, Moscú 80, Los Angeles 84, Seúl 88, Calgary 88 y los mundiales de México en 70 y 68 y Argentina 78, que siguieron la misma línea de diseño.

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Bajo esta idea de crear un sistema que pueda ser entendido universalmente (los boletos para los eventos, por ejemplo, eran perfectamente entendibles para prácticamente cualquier persona, no importa qué idioma hablara), surgió el proyecto de señalización para el Metro de la Ciudad de México. Cada estación no solo estaba marcada por su nombre, sino que era acompañada por un ícono relacionado a su ubicación. Este sistema es vigente aún en el Metro, que incluso con el crecimiento que ha tenido a lo largo de los años, de 3 a 12 líneas más extensiones en las originales, es uno de los únicos que se apoyan en sistemas gráficos personalizados para cada estación y que ha permeado en otras formas de comunicación, como el tren ligero.

A este trabajo le siguieron el Zoológico de Minnesota, el Metro de Washington, D.C., logos para la tienda minorista De Todo (hoy desparecida) o del Hotel Camino Real.

Lance Wyman trabajó en un país que despertaba al diseño, que establecía sus primeras escuelas y que crecía desmesuradamente. Su obra no solamente impactó una época, sino que trascendió hasta nuestros días, como parte de nuestra cultura, de nuestra identidad gráfica.

Con una excepcional museografía, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) rinde homenaje al trabajo de este diseñador norteamericano en una exposición que lleva su nombre y ADN. Justo en el corazón donde sucedieron las cosas, a pocos kilómetros del Estadio Universitario y de la estación de Metro Universidad. Esta exposición estará hasta el mes de enero, imperdible para cualquier diseñador que se aprecie de serlo, y para quien quiera recordar épocas doradas de nuestra ciudad.

Design Lifer
Diseñador gráfico con maestría en diseño editorial por la Universidad Anáhuac y con cursos de Publishing en Stanford. Actualmente dirige MBA Estudio de Diseño, dedicado al diseño editorial, identidad y publicitario, además de realizar scounting y contratación de talento de diseño para diferentes empresas. Es profesor en la Universidad Anáhuac y la UVM. Le gusta la caligrafía, tipografía, la música y la tecnología.