Tantas noches, brain storming, sudor, sketches, matrices, esquemas. Y aún así creemos que el proyecto personal o para el cliente es el idean. El indicado. El que va a revolucionar sea lo que sea que estés vendiendo. Hiciste tu estudio de mercado, experimentaste y todo salió mejor de lo que pensabas. Incluso no lo puedes ni creer. Ahora si. Levantas el teléfono, le hablas a tus contactos y vas llenando tu agenda de citas para vender lo que acabas de realizar.

Con tus amigos y familiares les comentaste al respecto y la retroalimentación fue increíble. En sinopsis, todo va viento en popa. Una de aquellas tantas noches alistas tu corbata y ese traje que has usado en la boda de tu primo. Color gris Oxford. Para ti, alistas el traje sastre y los tacones más brillantes que tengas, no digo los más cómodos porque primero es como se ven en ti y luego la comodidad ¿o no?. Escoges la joyería y tipo de peinado. Agarras el carro, camión, taxi o metro pero no me mientas si no vas pensando o repasando lo que vas a decir. Tu presentación física y la del proyecto están impecables.

Arribas al edificio, asciendes al lobby. Te sientas a descansar o a seguir repasando tu presentación. Pasan los minutos y siguen sin hablarte. No estamos en Inglaterra (las citas nunca son puntuales en México). Agarras una revista mientras te ofrecen un café o un vaso de agua. Falta un cuarto para que sea la hora de retraso. Tus ánimos no son los mismos de ayer. Cada segundo empieza a decepcionarte mientras tus piernas se adormecen.

Se abre la puerta de cristal enfrente de ti y te preguntan: ¿gustas pasar?. Te levantas y caminas directo a la sala de juntas. Los saludas a todos. En lo que alistas la presentación te interrumpen y mencionan lo siguiente: “acabamos de revisar que tenemos un déficit de flujo de efectivo en la empresa por ciertos cambios administrativos; sin embargo nos interesa tu propuesta y la queremos escuchar. Lamentablemente tenemos cuatro minutos para escucharte. Empieza cuando estés list@”

Me parece que a todos nos pasa que dominamos el tema, sabemos de lo que vamos a hablar, incluso en el como vamos a impresionar. Un freno como el recién mencionado la presentación fue en vano. Todos los sacrificios se cayeron al barranco. Así como tenemos las herramientas de impresión de proyectos a clientes o inversionistas, debemos de tener la capacidad de improvisar, pero sobre todo de impactar en 4 minutos.

Depende de con quien estés emite palabras que quieren escuchar, es decir, si es un inversionista. Háblale de números, de gastos, costos y precios. De tendencias y de proyecciones a futuro. Menciónale del mercado al que vas dirigido y los insights que encontraste para vender lo invendible.

Si es tu cliente. Va a querer saber como esos 4 minutos que le vas a dedicar se van a ver reflejado en su cartera y en la de su empresa. ¿Qué visión tienes tu que no tenga el? Cautívalo con impresiones a futuro. Estrategias de venta y de mercadeo para un mayor posicionamiento. Aunque sepas más que el, no se lo hagas saber. Pero sí en como pueden ser una excelente relación.

Los nervios están a la borda y quizá tartamudeas un poco. Una vez más interrumpen tu presentación y te dicen: “Nos tenemos que retirar, pero dinos tres palabras que definan tu proyecto” Entonces ¿Cuáles son? Por favor, aunque tu proyecto es creativo a innovador…no las menciones. Ellos están cansados y por si fuera poco. No eres nada creativo si dices que tu proyección es creativa.

Fui concebido en 1981, nacido a principios de 1982. Soy de una generación que al nacer no existía el internet, pero si Siempre en Domingo. No era bizarro pedir ‘aventón’ y eso que soy de Chihuahua. Me apasiona el arte de aprender y desaprender paradigmas y romperlas. Busco inspiración en lo sensible de la naturaleza y lo sorprendente de lograr lo imposible en posible. Soy fan de la flexibilidad de la adaptación en mi vocación y persona. Adoro el buscar un espacio y en cualquier oportunidad colocar sobre la espalda una mochila e irme para buscar esa inspiración.